Cuando pensamos en huracanes, lo primero que se nos viene a la mente es la devastación en tierra firme: casas, árboles, calles inundadas. Pero nunca nos imaginamos qué ocurre en su origen, en el mundo bajo la superficie que también sufre las consecuencias de estos fenómenos naturales, aunque de una manera que pocas veces se cuenta. Las comunidades acuáticas también deben hacer frente a la catástrofe.
Los próximos huracanes llegarían al máximo de violencia jamás registradoUn informe de la revista The Week reveló las masivas consecuencias de los huracanes para los ecosistemas acuáticos. Según el testimonio del Servicio Nacional Oceánico "a medida que una tormenta crece y se vuelve más potente, puede generar olas gigantes, de hasta 18.3 metros de altura, que revuelven las aguas más cálidas de la superficie con las frías y saladas del fondo". Estas corrientes pueden extenderse hasta 91.5 metros por debajo de la superficie, causando estragos mortales en la vida marina. Los peces y animales acuáticos lentos son los más vulnerables, ya que su incapacidad para escapar los pone en un riesgo inmenso.
El viento causa caos en el lecho marino
El daño no solo es directo por la fuerza bruta de la tormenta, sino que también se manifiesta en sus secuelas. "Los animales que están anclados al lecho marino, como las anémonas y las esponjas, pueden morir asfixiados por la arena o golpeados por rocas que se mueven sin control. Y para los animales que nadan libremente, la situación tampoco es piadosa: pueden quedar atrapados en las contracorrientes y ser lanzados contra rocas u otras estructuras", indicó Ocean Conservancy. Además, las grandes olas traen aguas más frías de las profundidades, que tienen menos oxígeno disuelto que las superficiales, causando que los animales se asfixien y mueran.
Agua dulce y contaminación
Los huracanes también traen consigo lluvias torrenciales, que inyectan niveles excesivos de agua dulce en el océano salado. Grandes cantidades de agua dulce inundando los ecosistemas marinos en poco tiempo pueden alterar drásticamente la salinidad del agua de mar, lo que lleva a la muerte masiva de peces. Y como si fuera poco, los daños en tierra firme pueden generar contaminación, escombros y toxinas que terminan escurriéndose hacia el océano, afectando gravemente la salud de la vida marina.
Defensas Naturales y una Asombrosa Resistencia
A pesar de todo este caos, el océano tiene mecanismos de defensa asombrosos. Los arrecifes de coral, por ejemplo, funcionan como "muros de contención naturales", ayudando a amortiguar las olas y reducir las inundaciones en las costas. Incluso, algunas especies de coral necesitan las olas para romperse y distribuirse en nuevas áreas, y los huracanes pueden traer agua más fría para compensar el blanqueamiento del coral. Sin embargo, olas demasiado fuertes también pueden dañarlos irreversiblemente.
Existen indicios de que muchos mamíferos marinos y peces pueden percibir una tormenta inminente, gracias a cambios en la presión barométrica o la temperatura del agua, y se mueven a aguas más profundas para protegerse. Un estudio de 2019 encontró altas tasas de migración en peces ballesta durante tormentas.
En general, los huracanes son desastres naturales, lo que significa que los ecosistemas están preparados para manejarlos. Las poblaciones de peces suelen recuperarse poco después de las tormentas. Como bien explicó Melissa May, profesora asistente de biología marina en la Universidad de la Costa del Golfo de Florida, al medio Insider: "Nuestros ecosistemas están realmente diseñados para ser, de vez en cuando, arrasados". Sin embargo, el problema es que los ecosistemas necesitan tiempo para recuperarse. El cambio climático está elevando las temperaturas del océano, haciendo que las tormentas sean más probables y más fuertes, lo que podría ser más de lo que la vida acuática puede soportar a largo plazo.